DÍA 50 LOS ÁNGELES
Después de haber recorrido los continentes europeo y asiático, en el viaje tocaba hacer el gran salto del Pacifico para recalar en el continente americano.



Es el día 50 de viaje en esta
vuelta al mundo, y es una jornada que no se olvida fácilmente, ya que viviría
ese día dos veces al cruzar la línea del Cambio
Horario Internacional y pasaría de GMT+9, hora de Japón a GMT-8, hora de la
Costa Oeste americana, por lo que el mismo día lo viviría por partida doble,
primero en Japón y luego en EEUU.
Volando con la compañía Singapur Airlines desde Tokio a Los
Ángeles, este trayecto me depararía la
sorpresa de poder embarcarme en el nuevo y mayor avión comercial del mundo, el
gran Airbus A380 con sus dos pisos
completos de pasaje. Al llegar a Los
Ángeles y darme un paseo para conocer su célebre barrio hollywoodiense, todo
estaba preparándose, con la alfombra roja ya perfectamente colocada, para la gala de los Óscar del cine.
En Los Ángeles, sus casi únicos atractivos, son de película. Un paseo
por los Universal Studios, y otro por
supuesto, por el famoso paseo de las estrellas donde tuve oportunidad de
cumplir el sueño de retratarme con una de mis estrellas preferidas: la para mí
“mala, más buena del cine”, que no
era otra que la actriz de ojos grandes, Bette Davis. Su vieja estrella brilla
aun con fuerza entre las más actuales.
Desde la capital de California
continuaba hacia la vecina Canadá, entrando por su primera ciudad de la costa
oeste, Vancouver. Esta ciudad es el
reflejo de un gran país, uno de los diez mejores del mundo en casi todos los
ranking, tanto económicos como de calidad de vida.
Con base en un bohemio backpacker visitaría la ciudad con
referentes muy deportivos como sus instalaciones olímpicas de los pasados
juegos de invierno, y una fenomenal red de transportes que permiten a sus
habitantes y visitantes, y con un solo
billete urbano, poder usar metros y trasbordadores para cruzar la bella bahía y
recalar en North Vancouver donde se llega
fácilmente a sus estaciones de skí
situadas casi sobre el mar.
Cerca de su gran y retráctil estadio
BC Place, un grupo escultórico
recuerda una conmovedora historia. Es la historia de Terry Fox, un joven canadiense al que una terrible enfermedad
dejaba con una sola pierna, pero que su tesón hizo proponerse cruzar todo el
país de costa a costa haciendo un maratón diario, reto que casi llegó a
conseguir antes de morir. Desde entonces es un ídolo nacional.
Cerca de Vancouver, quienes quieran
disfrutar de la montaña tienen un lugar maravilloso llamado Lynn Canyon Park, donde saborearan
gratis una de las joyas de Canadá: sus espacios naturales. Este parque formado
por un pequeño cañón, se visita cruzándolo por el Suspension Bridge, una inyección de adrenalina, atravesar tan
colgante y con mucho movimiento puente de cable, que te deja ver la caída hacia
el rio que surca este cañón.
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