MATE

MATE
La vida en un mate: sorber despacio y saborearlo con intensidad ya que el mate, como la vida, cuesta un tiempo prepararlo, pero si no se disfruta al beberlo, cuando se acaba ya será tarde. Fotografía tomada en Argentina durante el corralito del año 2002

25 enero 2014

Amazonia 3 – DE SURINAM AL DELTA DEL AMAZONAS

DÍA 7 PARAMARIBO – NIEUW AMSTERDAM –BELEM (BRASIL)

125, ese el número  que este muy acogedor Surinam, ocupará en mi lista de países y territorios visitados hasta el momento. Solo me apena una cosa en esta celebración de muchos países visitados, y es que mi disco duro interno, que hasta ahora recordaba y memorizaba cada uno de ellos se está llenando y comenzando a funcionar más lento de lo normal hasta ahora.

He intentado resetearme un poco, pero deben ser cosas del paso del tiempo, porque necesito imperiosamente apuntar y escribir, lo que antes se almacenaba sin esfuerzo alguno. Lo positivo es la obligación que ahora tengo de escribir este blog de viaje para disfrute posterior de mis recuerdos, y espero también para trasladaros a todos estos lugares a muchos de vosotros que quizás no os acerquéis algún día a verlos.

Aprovecho mi último día en el país, para ir a conocer cercana población a la capital y de nombre típicamente holandés, como colonia que este territorio fue de los Países Bajos. Al otro lado del rio Surinam y en la confluencia con el rio Commewijne, se encuentra Nieuw Ámsterdam, enclave estratégico por su posición de vigilancia a los dos grandes ríos que desembocan en este caribe surinamés.

Y mencionando Holanda y Ámsterdam, no quedaba otra que utilizar el más conocido medio de transporte de esas tierras. Hay que viajar siempre en todo lo que tengas posibilidad, y yo hoy tenía muy a mano alquilar una grandísima y muy clásica bicicleta para conocer tan holandés nombre de ciudad.

Con esa gran tradición ciclista holandesa, no es de extrañar que una vez me dirija en tan  genial y barato medio de transporte, hacia el medio del tráfico de Paramaribo, me dé cuenta del especial cuidado de coches, autobuses y camiones tienen al adelantarme. En ningún momento sientes la amenaza de que te lleven por delante, porque aquí al igual que en la madre patria de los Neederlands, la bici es muy respetada por los demás vehículos.

Por carretera bien asfaltada y siguiendo el curso del rio Surinam, recorro varios kilómetros de las afueras de Paramaribo donde se suceden las guapas casas de gente más adinerada, así como un gran número de embajadas y delegaciones diplomáticas, como siempre bien custodiadas. Destaca entre ellas la de China, en un enorme edificio y con visible y muy roja bandera.

No es de extrañar que aquí como en muchos otros lugares, sean de las más importantes por la gran cantidad de chinos que viven, trabajan y comercian por medio mundo. Restaurantes, comercios, supermercados, en definitiva que con su espíritu siempre emprendedor y sobre todo muy trabajador, hace que hayan ido poco a poco comiendo el terreno al resto de gente. Aunque a muchos les causen recelo, yo soy de la opinión que si queremos aplicar el dicho de que “la tierra para quien la trabaja”, no veo mejor ejemplo que el de ellos. Muchas veces deberíamos aprender más del extranjero y criticarle menos, quizá siempre se ha tenido que buscar la vida dentro y fuera de sus fronteras.

Al cabo de una hora de etapa del “Tour de Surinam” arribo a embarcadero desde donde nada pequeñas piraguas cruzan a viandantes, biciclistas y hasta motoristas al otro lado del rio donde se encuentra el enclave de Nieuw Ámsterdam. Hay que saber siempre que si te subes a ella y arranca contigo solo el precio se dispara, en este caso casi hasta los 40 dólares de Surinam, unos 8 euros, pero si tienes paciencia y esperas a que llegue más gente, el precio se hace casi insignificante, como fue el caso al llegar dos súbditos jubilados del reino holandés con sus bicis y locales que van a trabajar. Al final menos de un euro por travesía de marrón rio con fuertísima corriente.

Una vez en la otra orilla, me encamino, mejor dicho me embiciclo, como me gusta inventar nuevo vocabulario, hacia la punta donde se juntan los dos ríos, y lugar de ubicación del antiguo fuerte de Nieuw Ámsterdam, del que ahora queda bien poco construido de su estrellada forma.


Antes de llegar una extraña mezquita en medio de la carretera y de color verde celador parece desentonar en casi caribeño enclave, pero….cosas de las fés.
 
Torretas para avistamiento de aves y deguste del paisaje, museo de la época con carruajes, elementos de defensa, y muchos perrinos pasando el día, como todos los días.



Me tomo un fresco agua, al haberme bebido ya todo el que llevaba conmigo, y es el que el día sobrepasa los treinta grados de achicharrador sol, que hace que a la vuelta en la holandesa bicicleta durante otra hora para recoger mis cosas en el Hostel Zus & Zo, me acabe de quemar los antebrazos.
 
Los escolares surinameses salen del cole con sus camisas a cuadros verdes y blancos cual mantelería de domingo en mesa de comedor antiguo.


Llegada a la ciudad, intentando no olvidarme que aquí se conduce por la izquierda, y es aplicable a las bicicletas, por lo que si miras para hacer cruce a tu lado natural, te cepilla un autobús por el lado…mortal. Dejo el ciclo en el backpacker, me doy una ducha repara quemaduras con agua lo más fría posible que aquí son 30º, y me despido del personal en la preciosa recepción y tienda de artesanía de toda la cultura cimarrona y amerindia, verdaderos dueños de estas tierras guayanesas.

Caminando y acabando de retostar mis brazos me acerco hasta la estación de minibuses colectivos para preguntar cómo llegar al aeropuerto de Parbo, que está muy lejos de la ciudad. Un taxi o transfer cuesta unos 15€, mientras que como sucede casi siempre, si no te precipitas y tienes paciencia acabas encontrando un transporte alternativo aunque no sea fácil, ni cómodo. Eureka, cuando se llene un colectivo irá hasta la población cercana al airport, y el precio ni os lo imagináis, 2,15$ de Surinam que haber si ya sabéis cuanto es en euros?....tic,tac,tic,tac….tiempo. Son unos insulsos aproximadamente 40cts de euro. Eso sí, como me suele pasar muchas veces, único blanco entre tantísimo moreno, del que destaca el grandísimo conductor negro con su llamativa camisa pasiega.

El transporte como siempre a tope, a tope, y son casi 2horas de trayecto atravesando esta extensísima ciudad por sus barrios periféricos hasta unas colonias a las que el bus se desvía a dejar y coger gente. Bueno, no tengo prisa, mi vuelo es barato, poco más que el trayecto de casi 3 días por carretera con sus dos noches de alojamiento en la cara francesa Guayana, pero sale a una rara hora. Habéis tomado un vuelo a las 3.15h?, no es muy habitual eh?, la verdad que si tomé otro par de ellos a esa hora en Doha (Qatar) para viajar a Sri Lanka y otra vez a Nepal, y es todo un espectáculo ver el ambientazo que hay a esas horas en estos sitios.

Como me esperaba el internacional aeropuerto de Paramaribo, era muy de andar por casa, estando el hall de la terminal de salidas situado en el exterior y siendo las tiendas y bares sencillos establecimientos indios y chinos.

Con tantísimos mosquitos buscando las luces de la casi discoteca de la exterior terminal, entrar era primordial, pero no empiezan a facturar hasta la una de la mañana una vez se vaya el vuelo de KLM a Ámsterdam, patria mamá del  Surinam.

Pero si sabes presionar un poco, hacerte el tullido y llorando un poco, me dejaron pasar a una zona de sillas de asistencia, donde pude descansar un poco con impagable aire acondicionado.

Me observo un poco y hago parte de daños al salir de las Guayanas, y tras una semana de viaje: algunas picaduras en piernas, dos pequeñas mordeduras en pies y brazos para servir con patatas, y eso que soy moreno y aguanto el sol, pero cuestión de tiempo y nuestro cuerpo asimila todo.

Viendo antes de subir al avión a un rapaz morenu , mallorquín y que juega muy bien al tenis en el torneo de Melbourne, avisan para subir al vuelo de Surinam Airways destino Belem.

 

DÍA  8  BELEM DO PARÁ (BRASIL)

Ya comenzado mi día que no tuvo noche, y siempre digo que me parece increíble la de veces que no he dormido viajando, y que enlazo día y noche y nuevo día  sin aparente cansancio ni malestar. Otras veces en casa duermes 10 horas y te cuesta levantarte. Serán cosas de los ciclos vitales. El caso es que en la oscura noche, el vuelo se va terminando y comienza a verse amanecer, y justo en ese momento que comienza la luz y se atisba el paisaje aparece en medio de un halo mágico mi nuevo amigo de viaje y el gran protagonista de él: el Amazonas.

Si el rio termina en una larga melena, yo estoy viendo solo unos pocos cabellos de él, pero son justo los que acaricia la ciudad de Belem, en el delta sur del gran río, y capital del gran estado brasileño de Pará.

Las luces de la ciudad, las aguas del río y el cielo avioletado hacen que esa imagen se quede en mi cabeza, y creo que para siempre, es más, creo que si algún día el odioso mal de Alzhéimer me tocara, sería incapaz de borrar algo tan bonito, tan intenso, tan fuerte. Inmortalizada fotografía para dedicaros a todos y alguna que otra sorpresa que hará que vosotr@s también podáis vivir lo por mí vivido en esos pocos minutos.

No solo hubo emoción al aterrizar en la terminal cercana al delta del Amazonas, también hubo momento para risa y asombro, ya que hubo muchas veces en que he visto, que una vez el avión en tierra camino de la terminal, algunos pasajeros se quitaban el cinturón o se levantaban a coger su equipaje de mano. Pero nunca había visto como aquí que un segundo después de golpear el tren de aterrizaje en la pista, mis compañeros de fila se quitaron el cinturón como en un acto de valentía extrema, y todavía desacelerando en la pista medio avión ya estaba de pie en el pasillo, volviéndose locas las azafatas a llamar al orden, y pegando bruscos frenazos el piloto para asustar a los apresurada pasaje, que hizo que alguno cayera al suelo…, vamos, de película de los hermanos Marx.

Una vez en tierra brasileña, toca buscar forma económica de llegar al centro de esta muy gran ciudad, aunque por estar situada donde está, no lo pareciese.

Encantadores y serviciales brasileños en el aeropuerto, me indican como dirigirme a cercana plaza del aeropuerto para allí tomar la línea de bus urbano Pratinha-Presidente Vargas, que me dejará en el centro. Tarda tiempo en pasar alguno que paré porque a esas tempranas horas van todos abarrotadísimos de gente que va hacia el centro a trabajar. Al final uno me recoge y brasileños también de visita a la ciudad me hacen el favor de cambiarme un americano dólar en Reales Brasileños para poder pagar el autobús. Esta vez acordaros del cambio: 1 dólar = 2,30 reales, 1€ = 3,1 reales. A partir de aquí os digo precios en reales, así que no quiero despistes, como se dice aquí: “menús samba e mais trabalhar”, queridísimos lectores.

El bus me deja en la céntrica estación rodoviaria, y aprovecho para enterarme de las salidas de los barcos que remontan el rio hacia Santarém y Manaos, así como los días que parten. Interesados vendedores se acercan a ofrecerme uno de los barcos que partirá a última hora del día. El precio es bueno, para varios días de navegación pero decido mirar más en la estación Hidroviaria, de donde salen los barcos por el rio. También en el cercano mercado me voy poniendo al día de una compra que debo realizar y que es como un vale descuento para viajar por estas tierras, se llama rede, sabéis lo que es?

Intento cambiar dinero, y me llevo la sorpresa que nadie cambia, en el mercado, nadie cambia, en un hotel cercano, y nadie cambia en el gran banco de la plaza. Entonces? El fuertemente guarda armado y con chaleco antibalas del banco me indica que solo puedo cambiar en las Docas, que luego me enteraría son unos antiguos muelles portuarios, hoy reconstruidos en centro comercial al lado del Amazonas.

Así que vuelvo al hotel a llorar que al menos me cambien un dólar, que siempre llevo algunos de viaje, por si hay que salir de un apuro y salir del apuro por un 35% más económico que con un euro, que además en general no aceptarían en ningún sitio por ser moneda en vez de billete, e imposible posteriormente de cambiar.

Las recepcionistas, después de dudar un poco, y quizá recelosas que el español de la misma España de Iniesta, les robé su Mundial de Fútbol Brasil 2014….es broma. Me cambian el dólar y ya tengo para el nuevo billete de Ómnibus como llaman aquí al bus urbano, y puedo irme hacia el final de la avenida Pres. Vargas donde está el puerto. Allí me indican donde está Das Docas para cambiar, y compruebo que acerté al no comprar el billete, ya que aquí es todavía más económico: 3dias de navegación hasta Santarém = 150 reales, rede aparte que son 20 reales. YA sabéis lo que es la rede, pues sí, es una hamaca, que luego podrás colgar en la cubierta del barco y no tener que pagar los 600 reales que cuesta una cabina.

Caminando desde allí me voy a visitar la ciudad, comenzando por los antiguos Dockers portuarios hoy acertadamente aprovechados para museo , restaurantes, heladerías y terrazas, y donde tengo oportunidad de cambiar dinero para el pasaje por el rio, la rede y la comida recorriendo la ciudad.

Caminando por la calle salpicada de árboles que son como oasis de sombra en la quemando acera, veo un cuerpo de una mujer tendido boca abajo en el suelo sin moverse. Aquí pensaríamos en un asesinato, una lipotimia o una muerte por infarto, pero en Brasil, y la forma de vivir la vida de muchos brasileños compruebo que es una chica, también asada de calor que no vio mejor manera de combatirlo en medio de la calle, a la sombra de un árbol cualquiera. Paso por encima pisándola y ….es broma, paso al lado esquivándola y sigo mi penitente camino, pensando que, que bien me tiraba allí también a descansar de tanta mochila y calor.

Al poco la calle desemboca en una pequeña plaza, donde ya puedo mirar a mi amigo de tú a tú, a su misma altura y no desde las alturas. Que grande, que de agua, me imagino a Alfredo Landa o a Paco Martínez Soria mirándolo como yo, y asombrándose de tanta majestuosidad fluvial. Me cito con él para que en los próximos días nos conozcamos mejor y hasta podamos compartir momentos de nuestras vidas. No en vano los ríos son las vidas que con el tiempo van a dar al mar. Ojalá mi vida, la de mis queridos y la de todos vosotros sea tan larga como este rio, y llegue al mar llena de tantísima y satisfactoria agua.

Con mis brazos ya superado su punto de cocción, por nuevo e intenso calor y sol do Brazil, me paro en la más famosa heladería de Belem. Se llama Cairu, y todos los sabores son frutas y plantas de la Amazonia, casi todas desconocidas por mí. Pero gentilmente, para elegir te dan a probar cucharadas de todos ellos, y de tanto probar y decirme nombres probando más y más cucharadas de madera, ya casi estaba lleno. Pido uno que me resultaba más fresco de una fruta que a los dos minutos ya no recordaba como el resto de las otras treinta o cuarenta variedades, y la verdad que por 3 reales casi comí, eso sí, solo el postre.

 
 
A continuación continúo a ver el sitio más famoso de Belem, y que me envolvió como hace años en anterior viaje a estas tierras, en el barrio de Pelourinho de Salvador de Bahía. Y es que cuando entras dentro del Mercado de Verso a Peso, una multitud de colorida gente, con brasileñas ropas, variadísimas frutas exquisitamente expuestas y sobre todo la zona de cocinas y mostradores para comer, hace que uno se sienta en el más estrecho contacto con las gentes de esta ciudad.
 
Es la hora de la comida y potadas de arroz, carnes, pescados y habichuelas son servidos en pequeñas raciones a los comensales que se sientan en las bancadas anexas a las barras de madera de las cocinas. Un espectáculo para los sentidos, que hace que uno como sin tener que comer.

No me pararía a ello, en ese momento pero si después antes de embarcarme tomaría mi cena en muy sencillos, nada sucios pero no aptos para escrupulosos viajeros, y muy, muy baratos restaurantes callejeros.

Anexo al Ver o Peso, nombre que viene de la época portuguesa, por ser el lugar donde se pesaban todos los productos que llegaban del rio, está el puerto ribereño con sus antiguas y destartaladas barcazas de pesca, que siguen haciendo la función de abastecer de fresquísimos pescados de agua dulce y salada, este mercado.

En un reluciente y restaurado amarillo edificio llamado la Casa Das Onza Janellas se encuentra un coquetísimo restaurante que luego leo es de los más típicos de Belem, es el guapo Boteco das Onze. Y en el exterior recién casados novios se hacen las fotos de boda con mi amigo el eterno rio, supongo su amor querrán sea como este rio, pero no sé yo, hace falta siempre muy paciente agua para hacerlo eterno.

Continuando visita el pequeño Forte do presidio, antiguo emplazamiento militar como hay muchos por estas tierras, y la plaza donde se encuentra el Museu de Arte Sacra, en un antigua universidad jesuita y la blanca catedral, que viendo su interior me hizo maravillar, porque al igual que os decía de la mezquita de Paramaribo, es digna de mención por sus paredes policromadas y su ambiente de encogimiento.
 

No soy nada religioso, pero respeto todas las religiones. Creo que se podían haber construido otras cosas más valiosas con los esfuerzos económicos y de trabajo, que costaron catedrales, sinagogas o mezquitas, pero como siempre digo una vez históricamente hechas, no queda otra que admirar algunas labores arquitectónicas y escultóricas verdaderamente preciosas. Si a eso añadimos que para mucha gente las religiones, son su motivación al esfuerzo de ser mejor persona, o en otros casos el consuelo para abordar hechos de su vida, bienvenidas sean. Pero lo que nunca haría sería colocar a una por encima de otra, o admitir que una en concreto es la fe verdadera, endemoniando al resto, ya que cada una de las principales observando sus ritos, son un calco de la anterior en el tiempo, con sus variaciones que buscan hacerlas únicas y verdaderas.

Aprovecho en la tarde a comer algo en la Praça de Brandao, donde destartalada casa de comidas, ofrece sus platos con viandas destartaladamente exquisitas. Y es que en tu plato ración te sirven un poco de arroz en su punto cocido, habichuelas con rica salsa y carne picada con huevo revuelto. Todo “6 reais”, algunos cafés de Oviedo son más caros.

De vuelta a la terminal hidroviaria, por las viejas calles de la Ciudad Velha, atestadas de comercios de ropa con precios de hace 30 años en Europa, y donde de vez en cuando me meto, no precisamente para mirar el género , sino para degustar unos instantes el deseado aire acondicionado brasileño, los anunciantes con micrófono de cada tienda intentan atraer a los clientes.

Ya de vuelta en la llena de gente estación portuaria toca esperar en calurosamente húmeda sala con casi mil personas que cogeremos el destartalado barco que partirá a remontar el omnipresente rio.

Todos se agolpan cerca de la puerta para nada más comenzar el embarque salir disparados a coger sitio para colgar su hamaca en cubierta, una cosa de la que yo no tengo demasiada experiencia en escoger lugar idóneo, así que solo sigo a mis predecesores y voy copiando al menos como colgarla de las barras que cuelgan de los techos de las cubiertas.

Si sé que cuando caen las grandes trombas de agua ecuatoriales, es fácil que entre el agua a bordo y se empape la cubierta, así que al menos escojo una zona con planchas de madera donde dejar mi mochila, esperando no acabe empapado o achicharrado por el sol. Lo que sí es sorprendente es que en cuestión de minutos, todo estaba lleno y yo tenía hamacas colgadas a derecha, izquierda, por delante y por detrás.

Un, como casi todos, sonriente y amable brasileiro, me comprueba que los nudos estuvieran bien anudados para que al menos nada más subirme no me fuera a probar la resistencia de la cubierta del barco, y tras unos cuantos quites le dice a este asturiano ya amigo que se suba sin miedo, vamos, que antes se hunde el Titanic 10 veces que mi hamaca hace aguas.

Y allá que voy, tomo impulso, salto y …caigo por el otro lado, nooooo, también broma. Me subo y compruebo que voy a dormir cómodo, porque aunque parezca mentira dormir en una hamaca colgante es muy cómodo como esa noche pude comprobar. Mas aun cuando el barco zarpa y la brisa marina, no, marina no, fluvial, fluvial si, te comienza a refrescar del ahora fuerte calor que desprende el clima y la humanidad que allí estamos embarcados.

Como diría Fellini, “La nave va”, y soltando amarras del puerto de Belem nos adentramos a remontar este Amazonas que al poco tiempo ya me estaba brindando, esta vez una maravillosa y rojiza puesta de sol. No veo mejor manera de despedir relato de hoy, mañana os cuento más cosas de este gran curso fluvial, su naturaleza y sus gentes.

Boas noites mis brasileiros amigos!
 

 

 

 

 

 

 

13 comentarios:

  1. "La nave va", esperemos que vuelva :-).
    No sé su prefiría el frío gélido de Siberia a ese pegajoso calor amazónico.
    Lo de las hamacas no sé si me podría habituar a dormir en ellas; yo que soy de "vuelta y vuelta".
    Te espero Amazonas arriba.

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    Respuestas
    1. Claro que te habituas Jose, una vuelta arriba y al dar la vuelta a dormir al suelo, jajaja!

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  2. Les hamaques tienen pinta de ser muy comodes ya me contarás .... Boas noites meu amigu

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  3. Dice Giancarlo que del montón de veces que estuvo en Belem, jamás vio las preciosidades que viste tu. Debe de haberlas visto con otros ojos. Preciosos los comentarios. Te seguiremos diariamente. Disfruta, tu que puedes.Besinos.

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