MATE

MATE
La vida en un mate: sorber despacio y saborearlo con intensidad ya que el mate, como la vida, cuesta un tiempo prepararlo, pero si no se disfruta al beberlo, cuando se acaba ya será tarde. Fotografía tomada en Argentina durante el corralito del año 2002

07 febrero 2013

Vuelta al mundo 2013, CAPITULO 16 – BARCO A KOREA Y SKI EN KOREA (GMT+11)

DÍA 28º VLADIVOSTOK – COREA DEL NORTE

No madrugo en exceso, aprovechando a descansar un poco, y desayunar preparándome tranquilamente un té, que me había dejado mi nuevo amigo ruso Tole a bordo del Transiberiano, en la cocina del hostel.

Salgo con precioso, pero friísimo día de costa siberiana-pacifica, hacia la terminal marítima que se encuentra una vez pasado el puente que cruza las vías del Transiberiano, despidiéndome de mi última estación de tren rusa, para ir a buscar el barco que me lleve hacia la península de Corea.

Me hubiera gustado continuar el viaje por tren pero el cierre de fronteras entre las dos Coreas lo hace imposible, y eso que las dos tienen buenas comunicaciones ferroviarias, y también hasta la estación que un día las una nuevamente, y que días más tarde en la DMZ (zona desmilitarizada) pude ver.

A través de la concurrida estación portuaria con gran ambiente a esas horas, embarco tras pasar frontera rusa de salida en el Eastern Dream, ese sueño del este que yo ya había cumplido al finalizar el Transiberiano y ahora continuaría llevándome ese barco de la naviera DBS a Corea.

Me recibe la tripulación, como suele ser habitual en los barcos de pasaje, y un simpático filipino al saber soy español, me chapurrea cuatro palabras que a esta altura del viaje me saben a gloria. Otra vez a Gloria. El tripulante se presentó rápidamente diciéndome se apellidaba Sábado, vestigios de un pasado español en las islas Célebes.

Acomodación en la clase más económica que resultaban ser camarotes de unas 16 literas cada uno, sin separación al pasillo central que accedía a otros seis camarotes como el mío. Caliente, limpio y hasta con cortina para echar en la noche y dormir con un poco de intimidad.

Me doy un paseo por el barco antes de zarpar y comparto mesa con unas señoras rusas que viajan a Corea, y que comienzan a almorzar tipo picnic, pero un picnic tipo asturiano, con chorizo, ensalada, empanada y sopa de nudels.

El Eastern Dream zarpa y nos despedimos del puerto ruso viendo muy de cerca las fragatas de la marina rusa y el precioso Sedov, amarrado al lado de ellas.

Pasamos por debajo del primer gran puente que cruza la bahía de Vladivostok, con su estructura atirantada, y el barco penetra en el agua congelada que se hace cada vez más copiosa a medida que avanzamos en nuestra salida. Desde la cubierta superior donde se encuentra una simpática escultura de dinosaurio rojo, la vista es inmejorable, y el frio también es insuperable a medida que el barco aumenta nudos de velocidad, y a lo lejos veo los últimos bloques de pisos de la época soviética sobresalir sobre las colinas de Vladivostok

Al final de la bahía ya se divisa el otro gran puente atirantado que si no me equivoco es el que tiene el vano más largo del mundo, y que une la península con una de las grandes islas cercanas a Vladivostok y que si no me equivoco se llama Russky. Impresiona ver como a medida que te vas acercando el número y la longitud de los tirantes que lo sujetan es mayor, y con un sol iluminándolo plenamente pasamos por debajo de él, proyectándose la alargada sombra sobre nosotros.

La capa de hielo ya es completa, bordeando la totalidad del barco, y viendo por la popa como se separa al romperla al avanzar sobre ella. Llevamos un barco también a popa que aprovecha el trabajo ya hecho por el nuestro de romper la fina capa de hielo.

Antes de bajar a las cubiertas cerradas, conozco a un coreano y dos franceses que también están sacando fotos como yo y que luego coincidiría con ellos en la travesía. Que placer bajar al interior de la nao, y disfrutar del calorín que apacigua los cuasi todavía fríos siberianos.

Dándome una vuelta por la cubierta veo una tienda que vende cerveza, en concreto una cerveza que me recuerda mucho a un familiar, amigo y compañero de andanzas juveniles. Hoy en día trabaja en una gran marca de cerveza con origen en las Filipinas, lugar de procedencia de todos estos botes de cerveza San Miguel que venden a bordo. Un abrazo Hugo & family.

Visito el baño y me sorprende un nunca visto aparato bajo, con cierta aerodinámica para cuando uno tira de la cisterna. Aprovecho que el barco tiene sauna y baño turco y que es gratuito para acabar de espantar los fríos del cuerpo.

En los carteles de información, cohabitan los tres idiomas oficiales a bordo que son el ruso de origen, el coreano de destino y el japonés de la naviera. Los tres muy fáciles de entender, con letras y palabras muy diferentes que hacen las delicias de este aprendiz de Esperanto. Madre mía que admiración me produce la gente foránea que habla estas lenguas y también las sabe escribir. En la cafetería del barco coincido con mi nuevo amigo coreano, que me empieza a dar un cursillo acelerado de escritura coreana, alegrándome oírle que es mucho más sencilla que el chino y el japonés. Como me entusiasmó saber que no aprendería en la vida el coreano y tampoco el chino ni el japonés, que junto al cirílico ruso, ya son algo imposible para mí.

Jaehyun va de viaje hacia Busan, en el sur de Corea, después de ver a su mujer rusa e hijo que viven en el este de Rusia. Nos intercambiamos Facebook y ya estamos agregados como buenos amigos. Le contactaré cuando llegue a Busan camino de Japón.

Preciosa puesta de sol sobre el mar de Japón, viendo a lo lejos la costa de Corea de Norte, nevada en sus colinas, y pensando en que me quedo con las ganas de visitarla al estar tan cerca pero, que ante la cuantía de unos días allí, y la exigencia de entrar vía China, hace que lo tenga de dejar para mejor ocasión.

En Corea de Norte se puede entrar como turista pero la concesión del visado está sujeta a unas estrictas normas de acceso, como tener que prescindir a la entrada del móvil, usar la cámara solo en determinadas zonas y estar constantemente acompañado de una persona guía del gobierno de Pyongyang, quien decide las visitas que son posibles. Todo esto es asumible, pero el coste es cercano al medio millón de las antiguas pesetas, para una estancia de 4 ó 5 días. Para mí eso, son casi dos vueltas al mundo.

Me conformo viendo su costa, y luego viendo también sus ciudades limítrofes a la Corea capitalista, desde la zona desmilitarizada que en unos días visitaría. Noche a bordo con compañeros franceses que vienen a Corea un año con una beca de intercambio del ministerio francés. En el barco, un poco de tensión por las borracheras rusas que hacen que la tripulación ande toda la noche de allá para acá con pinganillos y chalecos antibalas, aquí creo que usados como chalecos anti puñetazos, para poder aplacar la furia del vodka ruso.



DÍA 29º DONGHAE – PYEONGCHANG-YONGPYONG

Al final de la mañana llegamos al puerto surcoreano de Donghae, despedida de mi filipino amigo Sábado, y desembarco en nuevo país. Cambio de horario que ahora consiste en atrasar horas en vez de adelantarlas como venía haciendo hasta ahora por Siberia. Pasamos de GMT+11 de Vladivostok a GMT+9 de Corea. En el puerto aprovecho para contactar vía wifi y voy a por cambio de nueva moneda, el won coreano.

En el puerto la gente cambia en una pequeña oficina de cambio, que me parece ofrece poco por cada euro entregado: por 1 € paga 1300wons. Evito cambiar y me voy caminando al centro donde en el primer banco que visito el cambio oficial está en 1500 wons por euro. La experiencia hace ganar dinero y en un cambio de 100 euros ya estamos hablando de 20.000 wons ganados.

Mi intención es ir a dormir a la vecina ciudad de Gangneung, pero veo un cartel en el banco anunciando una interesante estación de ski cercana, a unas dos horas de allí, y el amabilísimo empleado del banco me hace un planillo, escribiéndome en coreano las estaciones de autobús y puntos que tendría que ir intercambiando autobuses para llegar hasta ella. Enseñando mi salvoconducto tomo el primer autobús urbano que me lleva hasta la lejana, y a las afueras de la marítima Donghae, estación central de buses.

Desde allí tomaría el autobús hacia Gangneung, para cambiando nuevamente de autobús, ir hacia el interior coreano a la población de Jangpyeong. Vistas en el camino de las playas coreanas del mar del Japón, con algo de nieve, y no con muchos bañistas en esta época. Menudo frio ahora, pero en verano están a tope.

Llegando a Jangpyeong se intensifican los terrenos nevados con muchos cultivos de arroz y otros cereales. En menos de una hora estaba en Pyongchang, donde tomaría el último autobús hacia la estación, pero ese ya había salido. Espero en la parada y sorpresa, una chica que venía en el autobús conmigo a bordo de una monovolumen de sus padres, me ve y como los coreanos no pueden ser más atentos, se ofrecen enseguida a llevarme. Comprobaría que aquí todo el mundo es prácticamente igual. No hace falta que te dirijas a nadie, ellos nada más que ven que estas un poco desorientado acuden a prestarte desinteresada ayuda.

Pyeongchamp acoge estos días las Olimpiadas Especiales de Invierno, y hay gran actividad en el resort donde me dejan en la estación. Tomo un café para centrarme y al lado mio una señora china entabla conversación conmigo, comentándome que todo el hotel está completo, a pesar de los prohibitivos precios, y que ella y su familia se fueron a una casa compartida cercana a la ciudad a unos kilómetros de allí. Nuevo golpe de suerte, ya que el precio de una habitación allí es 10 veces inferior a lo que sería quedarse en la estación pie de pistas. Desde recepción me llaman a la casa y en 10 minutos tenia un coche a recogerme. En la entrada del hotel un gran cartel daba la bienvenida al actual presidente de COI, Jacques Rogge, sustituto de nuestro querido Samaranch.

La casa era propiedad de un emprendedor coreano que regentaba una gran tienda de material deportivo de ski, alquiler y reparación, en la planta baja. Me reserva para esa noche y me enseña la habitación. Esta no tiene camas, se duerme en el suelo en una especie de mullidas esterillas, sobre caliente suelo radiante muy habitual en Corea. Me la quedo, y me instalo. En el salón cocina común, la familia china con una niña pequeña y dos chicos están ya preparando la cena con sus inseparables nudels.

Bajo a pagar y me intereso por los forfaits de la estación, por si puedo probarla a la mañana siguiente pero indicándome los precios, me dicen se puede esquiar de noche, y además en varios horarios. Es algo que en contadas estaciones puedes hacer salvo en algún fin de semana de temporada alta y normalmente hasta medianoche. Pero aquí tienes esa opción de tarde noche, otra de noche hasta la una de la mañana, e incluso otra en la que se puede estar esquiando hasta casi las tres de la mañana. Vamos, que opciones para todos los gustos y estación ampliamente amortizada, en cuanto a horario se refiere.

No me queda otra que aprovechar tan provocativa ocasión y por unos 18€ tengo mi noche de skí, alquilando todo el equipo por poco más de 6 €. Me preparo, y en el precio también te incluyen el llevarte hasta pistas y de madrugada ir a buscarte, estos coreanos son la bomba. Aun me llevaría más sorpresas esa noche con tan noble personalidad coreana. Ceno algo antes de comenzar la sesión de ski nocturno utilizando ya los palillos, la comida coreana con acompañamiento de kimchi riquísima.


Botas, bastones, skis y la ropa de todo el viaje, que se adapta perfectamente a los 0º de temperatura que había en pistas, después de haber trotado toda Rusia a una media de 20 grados bajo cero. Tomo el primer remonte en iluminadísima parte baja de la estación, y casi no me lo creo. Muchísima gente bajando anchas pistas, con zona de bañeras, zona de árboles y zona de snow. Para todos los gustos y niveles de ski.

Me poso del remonte y veo que me hace una reverencia el pistero vestido de naranja, inclinándose ante mi bajada de la silla. Increíble y más increíble cuando descubro que me lo hacen todos y en todas las sillas, y en todas las ocasiones. Al tomarla y al dejarla, impresionante, pa no dar crédito, que majetes y reverenciadores coreanos, son la leche.

Me tomo mí tiempo y pienso: uno de la Pola, esquiando de noche, en la estación de los juegos olímpicos, al día siguiente de inaugurarse y encima en Corea. Vamos ni en sueños, y mira que intento constantemente cumplir sueños, me hubiera imaginado esto. Así que a disfrutarlo toda la noche.

La nieve excelente, las vistas de los resorts desde lo alto de los remontes de cuento de hadas, y los muchos esquiadores iluminados por los focos se deslizan sobre las pistas a todo gas. En la zona baja, máquinas de presión ayudan a limpiar los skis y tablas de quienes se retiran ya a dormir, y en el gran complejo de ocio y centro comercial, mucha actividad todavía a esas horas.

Sobre la una de la mañana yo también me retiro, después de darme el gustazo, charlando con unos italianos que acompañan a los deportistas de su país, comentándome que en la mañana habían estado con la delegación española, y que están representados unos 110 países de todo el mundo en los juegos.

Me vuelvo con los chicos del alojamiento y me voy a dormir todavía soñando en blanco.





DÍA 30º PYEONGCHANG – SEÚL

A la mañana me desperezo en mí, en esta noche, cama a ras de suelo. La torticolis se hace notar, y las agujetas de una buena sesión de ski coreano también. Pero contento no podía estar más, que experiencia vivida, que saboreo por última vez desde mi ventana contemplando la nieve de las montañas de YongPyong. Me despido de la familia china ya desayunando su muy china comida que a esas horas no hace las delicias de un servidor. Hay que dar tiempo a que el cuerpo tenga hambre asiática.

Me acercan también a la estación de autobuses. La amabilidad de esta gente supera lo esperado diez veces, porque creo que llevan gastado más en gasolina que la pequeña comisión que pudieran tener por el barato forfait y alquiler de equipo esa noche. Creo que como en casi todo el viaje a todos les gusta ayudar a este simpático español. ¿Cómo visteis el tema de mi auto piropo?, me doy besos y todo, jajajá.

Pero la verdad es que iba a sorprenderme mucho el carácter de los coreanos, incluso habiendo estado ya varias veces en Asia. El autobús sale al mediodía en dirección a la capital, y en unas tres horas ya empiezo a ver el gran Seúl. Esta seria quizá la ciudad más grande que había visitado hasta ahora, y eso que ya había estado antes en otras megapolis como Shanghái, Bangkok o Singapur. Pero nada que ver con un área metropolitana de casi 25 millones de personas como tiene la capital de Corea.

Enorme estación de autobuses, comida en restaurante local, buena y barata. Iba a ser la tónica general de mi estancia aquí, también es verdad que siempre me encantó la comida del este asiático.

Intentando orientarme un poco entre letreros en coreano y como aguja en enorme pajar, tomo el metro que veo lleva el mismo sistema de seguridad que ya habíamos visto hace años en la ciudad de Singapur, y que mediante dobles puertas hace imposible caer a las vías. Hace mucho tiempo que en estas regiones se supera en eficacia y modernidad a Europa y Norteamérica, en cuanto a infraestructuras se refiere.

Solicitando ayuda, que inmediatamente recibo de una, dos y hasta tres personas al mismo tiempo consigo saber cuál es la estación donde debo de llegar para llegar al hostel donde me reuniría con viejo amigo de viaje. Rodrigo de Rio me espera nuevamente para pasar días juntos en el Guesthouse Kimchee del barrio de Honkig University.

Tardaría casi una hora en llegar en el metro, presagio de que las distancias en esta ciudad son siempre muy kilométricas. Llegada y alojamiento con abrazo a compañero de aventuras asiáticas.

Mañana os cuento más y mejor…buenas nochessssss mis afanados lectores.

6 comentarios:

  1. Ainssss, k guayyyyy.Que diferente todo.Me reí un montón, está muy ameno.Un saludín y a seguir pasándolo bien (aunque me imagino k algún momento bajo deberás de pasar... :).Un abrazo!!!

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    1. Gracias Gemina, de momento todo bien y disfrutando de todo mucho. Abrazo.

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  2. ¡Qué bien ya estás de nuevo con nosotros! En Korea, pero con nosotros.
    Como ya veníamos con los ojos achinaos de Mongolia no nos ha costado nada mimetizarnos con los surcoreanos.
    Tienes que cambiar el vestuario de vez en cuando para no dejar que el "punto filipino" encorbatao deje a los fornidos astures en mal lugar. Ah, y no hace falta que nos muestres siempre tu dentadura Profidén :-).
    Ahora que ya estábamos acostumbrados al congelador siberiano casi me dan ganas de ponerme en mangas de camisa ante los 0º coreanos.
    ¿A qué sabe la nieve coreana? :-). Porque no nos dirás que no diste con tus huesos ninguna vez sobre la nieve coreana.
    ¡Cómo disfrutamos contigo! Y a Low cost :-)

    PD: No nos hagas sufrir con muchos días seguidos de vivilia bloggera.

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    1. De momento seguimos sin doblar la rodilla en la nieve, pero todo se andará. Abrazo.

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  3. Hola Alberto ,soy roberto de dom peluqueros en ParqueAstur ,me a encantado encontrarte por estos mundos y ver como nada se te pone por delante ,sólo te pediría en la medida de que sea posible que nos pusieras los precios de donde comes simplemente por curiosidad y ver como esta la vida de unos países a otros ,un saludo y fuerza .

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    1. Gracias Robert,claro, lo iré poniendo, un abrazo amigo.

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