DIA 1 ASTURIAS MADRID
Nuevamente emprendo ruta hacia un destino, que es mucho más
que un destino, es una gran región que abarca 9 países y ocupa medio continente
sudamericano.
La Amazonia. Su solo nombre ya despierta interés porque además
de evocar otros tiempos, un pasado indígena y un pasado colonial, hoy sigue siendo en la foto radiográfica de la
geografía mundial, el gran pulmón de este nuestro planeta tierra.
Aunque son muchos los viajes que en mi vida dieron comienzo,
cuando uno se aventura a uno de larga duración le resulta muy difícil conciliar
el sueño la noche anterior. En mi caso, no es por los preparativos o por hacer
el equipaje que siempre dejo para las horas antes a partir, sino por todo lo
que dejas en casa, lo que hay que resolver y atar para que uno se vaya pensando
que no deja demasiadas cosas que puedan preocupar durante tanto tiempo.
Y como no, el trago más difícil es despedirse de lo que más
quieres durante un tiempo no corto, y que inevitablemente es el sino de nuestra
existencia, elegir, siempre elegir. Renunciar a algo que quieres por otra cosa
que también quieres. Para mí, el acierto está en tomar esa decisión solo temporalmente, y nunca
renunciar a algo que quieres y te quiere, por otra cosa que quieres pero puedes
disfrutar prudentemente. Afortunadamente siempre he recibido comprensión y
apoyo de lo que mas quiero, para mí, el mejor regalo que se me puede hacer.
Y llega el momento de subirse al bus a primera hora de la
tarde y comenzar ruta hacia el aeropuerto de Madrid al que llegaría a su
Terminal 4, pasadas las doce de la
noche. Enlace a la T2 desde donde a primera hora de la mañana saldría mi vuelo
de conexión a Paris. Después de tomar un cafetín y un bocadillo que con mucho cariño me habían preparado
en asturianas tierras, me dispongo a dormir un poco en el suelo de la zona de
salidas, para unas horas más tarde, sacar tarjetas de embarque a Paris y Cayenne.
DIA 2
MADRID-PARIS-CAYENNE
Vuelo con Air Europa a Paris Orly a las 7 de la mañana, para
desde allí volar con Air France a su destino colonia de Ultramar en Sudamérica.
El viaje será en un Airbus A-340, hermano pequeño del nuevo
y grandísimo A-380, emblema hoy en día del consorcio aeronáutico europeo y para
mí quizás, el mejor avión comercial del mundo y que tuve la suerte de conocer
el año pasado en vuelo transoceánico de Tokyo a Los Ángeles, así como dormir
hace unos meses muy cerca de donde se ensambla en la francesa ciudad de
Toulouse.. A bordo, en un artículo de El País, leo que poco a poco Airbus ha
ido ganándole la partida en construcción y venta de aeronaves a la histórica Boeing,
siendo hoy el primer fabricante mundial. Algo se está haciendo muy bien en
Europa.
Durante las casi 10 horas de vuelo hay ocasión de hacer
muchas cosas, entre las que están ir leyendo algo de la historia de mi pronto
destino en la Guayana, así como seleccionar alguna película no vista. Como me
encantan las películas históricas o biográficas elijo “RUSH”, un film que narra
la encarnizada lucha que mantuvieron a mediados de los 70 dos grandes pilotos
de Fórmula 1, como eran el británico John Hunt y el austriaco Niki Lauda, mi ídolo
por aquel entonces en la poco conocida y vista en TV, batalla de la Formula 1.
No es una gran película, pero si da para conocer que una
rivalidad casi odiosa, se puede convertir en una ayuda a la superación y también
en una fascinación por tu enemigo. Lo de Niki Lauda, su accidente y su
posterior vuelta a los circuitos tras sus graves quemaduras, es todo un ejemplo
de tenacidad y esfuerzo de campeón. No
es de extrañar que siga siendo, junto al también recientemente malogrado
Michael Schumacher, uno de los grandes mitos de la historia de la italiana Ferrari.
Y la segunda película vista fue “JOBS”, la biografía del
fallecido genio de la industria informática, que fundó y sufrió los vaivenes de
su empresa del bocado en la manzana, APPLE. La película me pareció muy muy
estilo americano, pero me quedo con una frase que me agradó mucho de Steve Jobs
y que comparto: “la vida de las personas ha de ser simple”.
Llevo tiempo reflexionando que pasamos gran parte de la vida
consiguiendo y acumulando cosas que al final no utilizamos lo suficiente como
para mantenerlas, y creo que todos, a una altura de la vida, deberíamos emprender
el viaje hacia lo simple, lo indispensable, lo verdaderamente importante. Yo
llevo casi 5 años intentando conseguirlo, aunque el camino de deshacer es casi siempre
tan difícil como el de crear, pero también inmensamente reconfortante.
El avión comienza el descenso cerda de las 4 de la tarde
hora local, que respecto al horario español se ahorra 4 horas, y nada más
desembarcar en el moderno aeropuerto FÉLIX ÉBOUÉ, compruebo tres cosas que así
me imaginaba antes de llegar. Una, el húmedo calor que percibes nada mas
sobrepasar la puerta del avión y que me acompañará por estas tierras, como
otras veces por el Indico o el Sudeste Asiático, durante un tiempo. La segunda, que todas las calles están
asfaltadas, signo de que estás en la Amazonía más rica, y por último, que aunque
en Sudamérica, en esta Guayana es como si estuvieras en Francia, sobre todo por
los precios de los taxis desde el aeropuerto al centro de Cayenne, único medio
de transporte.
Así que considero la opción siempre valida del autostop, tan
practicado por mí en los tiempos mozos, para ir a estudiar y a las fiestas del
oriente asturiano, cuando uno no tenía todavía los 18 ansiados años necesarios
para conducir, y que viajando siempre es un último recurso.
No hubo que esperar mucho, y una amable guayanesa que
trabaja en el aeropuerto me acerca hasta el centro, a la que va a buscar a sus
hijos.
Paso dos: buscar donde dormir barato en una ciudad con
precios europeos en vez de americanos. La opción más económica de la ciudad, a
parte de la calle… pero es que llueve, no es otra que un hostel vietnamita a las
afueras de Cayenne.
Ducha y pequeño descanso de casi 2 días de viaje desde
Asturias. Curioso que el vuelo desde Paris sea de unos 7000kms, distancia
parecida al curso del rio protagonista de mi viaje, el gran, caudaloso y largo
Amazonas.
Paseo para conocer un poco la capital de la Guayana francesa
antes de que caiga la noche. Puestos callejeros, edificios coloniales, calles
asfaltadas con algún que otro inevitable
bache y ambiente entre amerindio, europeo y asiático, por la cantidad de
laosianos que viven y trabajan aquí, y de los que más adelante os contaré un
poco su historia.
Compro mi manjar preferido, y del que aquí se fabrica y consume
en cantidad, por algo esta Guayana tiene el gentilicio de “francesa”. Sí, es “le
pain”, el pan, la baguette….que rica. Lata de foigras, botella de agua y cena
lista para el viajero “low cost”.
Finalizo mi primer día en las Guayanas tomando una cervecina
en Le Dronmi, un coqueto bar del centro con wifi para conectarme a saber un
poco de ustedes. “A demain mes amis”, la noche será calurosa, humeda y de difícil
conciliación de sueño, pero estoy comenzando un estupendo y como siempre
inolvidable viaje.
DIA 3 CAYENNE-ST LAURENT DE MARONI
A las 6 de la mañana ya es de dia en este territorio francés,
asi que ducha rápida y paseo por las cuadriculadas calles de la capital para
ver el mar. También me lo esperaba, tantos caudalosos ríos que vierten sus
aguas en este Atlantico semi caribeño hace que el agua sea marrón, muy marrón.
En una cercana plaza un monumento a la reflexión. Unos
grilletes y su cadena cortada hace recordar otras épocas en las que a estas
Guayanas llegaban barcos y barcos de esclavos negros procedentes de todas
partes de Africa y a todas partes de America.
El titulo de la película, evocando a una conocidad serie, en
esta ocasión seria “Hombre libre, hombre preso”. Y es que si de algo nos
tenemos que avergonzar generalmente los blancos de todas las potencias
coloniales (Francia, Inglaterra, Holanda, Portugal, España…), es de nuestros
antepasados reinantes que hicieron de las Americas, una de las mayores
atrocidades humanas contra la raza humana, aunque esa raza humana tuviera un
color no tan claro como el nuestro.
Hoy da gusto ver por estos y otros lares, que la cuestión ha
quedado mayoritariamente abolida y superada, y que sin rencor, la vida continua
en conjunto como aquí se puede apreciar. Algunos hasta corren mas veloces con inventos para los pies...
Por la calle paralela a la costa me dirijo hacia el centro,
donde tengo que solucionar mi entrada posterior en la Guayana holandesa, hoy
conocida por Suriname, y a la cual hasta hace poco se necesitaba un visado para
entrar.
Afortunadamente ahora y por motivos turísticos, puedes
acceder a ella solicitando en el Consulado una tarjeta de turista, que te
emiten cortes y rápidamente por 25$. La verdad que es lo que mas me incomoda de
los viajes, el tener que estar en manos del funcionario diplomático de turno
que puede emitirte una visa en horas o en días, o a veces semanas, frustrando
la entrada en algún próximo país que esperabas visitar.
Aprovecho, ya con mi solucionada entrada en antiguo
territorio holandés, para visitar Cayenne. Muy cerca de allí el centro neurálgico
de la ciudad que no es otro que la Place des
Palmistes, llena de altísimas palmeras y rodeada de edificios coloniales
que hoy albergan desde el Museo
Departamental hasta el de las Culturas
Guyanesas.
En otro precioso edificio el local mas conocido de la ciudad: el café Palmiste. En este local con su terraza con barandilla metalica uno domina tomando un sabroso café todo el movimiento mañanero de los guayaneses de origen negro y de los muchos de origen francés que aquí trabajan.
En otro precioso edificio el local mas conocido de la ciudad: el café Palmiste. En este local con su terraza con barandilla metalica uno domina tomando un sabroso café todo el movimiento mañanero de los guayaneses de origen negro y de los muchos de origen francés que aquí trabajan.
Desde allí me dirijo a visitar el otro gran aliciente de
Cayenne, que es su Marché Centrale, atestado de frutas y verduras que
mayoritariamente venden agricultores provenientes de Laos, que fueron
trasladados aquí después de su cruenta guerra del siglo pasado.
Da gusto verles como preparan y presentan todos sus
productos, entre los que destacan las muchas frutas asiatiacas que en sus
americanas tierras cultivan junto a las locales. Es difícil acceder al interior
del recinto por lo apelotonados de los puestos exteriores, pero una vez que
pude entrar me recordó mucho al gran Marché de Papeete en la oceánica Polynesia,
el cual visitamos hace años con amigos gijoneses y también departamento francés
de ultramar.
A parte de la gran cantidad de puestos de artesanía, carnicerías,
pescaderías, etc…es muy típico sentarse en mesas donde se puede degustar la típica
sopa laoisana, a la cual también hace competencia la que preparan las mujeres de
origen brasileño.
Una vez visitada la capital tomo un minibús colectivo que me
llevará a conocer la segunda ciudad, y quizás la mas bonita, en el oeste del
territorio. Para ello hay que esperar como casi siempre, a que se llene el minibús,
cosa que es mas tediosa a estas ya tardías horas del dia, ya que lleva unas
horas encontrar suficientes pasajeros para partir. Salida de la ciudad viendo
su omnipresente en toda Francia, Carrefour, y dato de coste de la gasolina:
1,54€/l…esto es Europa.
El viaje de unas 3 horas transcurre por varias regiones
separadas por caudalosos y marrones ríos que las dividen. A mi lado viaja una
inmensa chica negra con su nenina que empieza a juguetar con el blanco de la
gorra y el periódico francés que recogió en el aeropuerto para leer y saber mas
del “affaire Hollande”, notición también en este lejano departamento de la gran
France.
Pasamos por Macouria y por Kourou, donde se halla el Centre
Spatial Guyanais, desde donde la ESA lanza sus cohetes y satélites al estar a
tan solo 5º del Ecuador, y siendo uno de los sitios mas propicios y estratégicos
para los lanzamientos. Esto es debido a que cuando uno está en la zona
ecuatorial viaja mucho mas deprisa en el viaje de rotación terrestre, por lo
que los cohetes aprovechan dicho beneficio para consumir menos combustible en
el despegue, a parte de no haber riesgo de movimientos sísmicos reseñables.
Pequeñas localidades como Sinnamary o Iracoubo, viven
tranquilas el dia, y fuera de ellas la selva mira expectante la carretera que
le ha robado algo de su terreno. Por supuesto que o se siega y tala
constantemente los bordes de la carretera o ella volverá a por lo que es suyo.
A las 5 de la tarde arrivamos a St Laurent de Maroni, y el
rio Maroni se me muestra grandioso y como no, también muy marrón, marron. Una
decena de buscavidas se me apelotona para proponerme taxi y alojamiento, pero
el chofer me salva escogiéndome uno que me llevará a mi sitio elegido para
pasar la noche y que es el mas barato de St. Laurent.
Salimos en dirección a St. Jean, donde se debe ubicar, pero
como suele pasar con las gentes locales, no conocen su localidad. Así que me
veo bajándome del coche en un precioso resort con gente jugando al tenis y
preparadas recepcionistas que me reconfirman que aquello no es el enclave
amerindio Agami, lugar que le había indicado al despistado conductor.
Agami queda mas lejos y el despistado, pero negociante
conductor me pide 10 europeos euros por llevarme nuevamente. No le saldrá bien
la jugada por que se quedará sin esos 10 y sin los 5 inicialmente previstos,
porque Albertín, se coge el petate camina el kilometro que hay hasta la carretera
y se pone a hacer el socorrido y barato autostop.
Al poco un blanco de origen cors para y en su destartalado
Renault me dice que va hasta Terre Rouge, cinco kms antes de Esperance, donde
se encuentra mi esperada hamaca o cama. Me subo, entablamos conversación y
cuando llegamos a su casa continua, diciéndome que me acercará hasta mi
destino. Que de amigos se hacen viajando, y como se agradecen algunos gestos.
Agami es una cabaña con tejado de chapa que se encuentra en
zona selvática pero bastante cuidada y que está regentada por un Amerindio y su
mujer Carmen, dominicana de origen y encantadoramente hospitalaria con el
español. Le digo que viajo intentando gastar lo menos posible y que me sirve
una hamaca para pasar la noche, pero ella por el mismo precio me deja quedarme
en una sencilla pero comoda habitación. La ducha en un cobertizo exterior con
salamandra acompañando pegada a la pared de la ducha.
Su marido indio llega de navegar por el rio, cosa que hace
habitualmente con gentes que recorren sus aguas buscando animales y tribus rio
arriba. Para completar la buena suerte me dicen que me prepararan una típica comida
amerindia a base de la yuca local, caza de la selva, que no pregunte que animal
era, y pescado del rio ahumado. Todo ello con un aperitivo de Guaraná, mango y
alcohol de palmera… riquísimo.
La noche de calor con ventilador pero una vez desconectado
el helicóptero uno puede oir los ruidos de la “grand fôret”: sapos, pajaros…una
sinfónica natural y muy agradable.
En la próxima entrada os hablaré de un penal muy conocido, con un preso muy famoso...os suena de algo: Papillón.
A bientôt mes amis!
En la próxima entrada os hablaré de un penal muy conocido, con un preso muy famoso...os suena de algo: Papillón.
A bientôt mes amis!
Esto promete. Buen comienzo, pero un poco caluroso; contigo no hay término medio o nos congelas por Siberia o nos haces chorrear de húmedos calores.
ResponderEliminarJajaja, te esperaba Jose, sabia que te subirías también a este tren, bienvenue!
ResponderEliminarHala!!! Ya me has enganchado...
ResponderEliminarY ahora como digo yo en casa que emprendo viaje a conocer la Amazonia eh??? :-)
;-)
EliminarJuer my friend La Amazonia !! ... Eso que vien a ser como dos veces Aramil ¿no? ... Que disfrutes de esti "nuestro" nuevo viaje y eso sí hidratate too lo que puedas ... por aquí me tendrás pendiente de tus crónicas ...un abrazu amigu !!
ResponderEliminar;-)
EliminarIntentaré llevarte al día porque luego no hay quien te siga!!!! Buen viaje...te acompaño.
ResponderEliminarHola, lei esta parte de tu viaje y como justo estoy por viajar a las Guyanas queria saber si tienes información del hotel en Cayenne ?? o algun alojamiento relativamente barato. saludos y Gracias
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